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miércoles, 28 de mayo de 2014

Madrid contra Madrid

Real Madrid vs Atlético de Madrid
El sábado 24 de Mayo de las 20:45 de la noche las calles de Madrid estaban vacías. El desembarco de madridistas y atléticos en Lisboa dejó las calles desiertas. Sólo en los bares, en las “fan zones”, en los estadios, y en las casas de miles de madrileños había movimiento, había expectación. No era cualquier otro partido. Se jugaban la Champions. La décima para el Madrid, la primera para el Atlético, en un duelo fraticida en el que solo podía haber un campeón.

El sueño rojiblanco terminó en pesadilla

Soy atlético de corazón, siempre lo he sido. En cuanto el Atlético ganó la liga decidí ir a Lisboa con la simple idea de vivir el presente y disfrutar de cada minuto de este gran partido. Comparando la fan zone de ambos equipos y la forma en que la gente vivía el día, se veían claramente las diferencias. El Atleti, sin tanto relumbrón en pantallas o carteles, vivía el momento con su gente, niños pequeños, gente muy mayor, jóvenes, todos disfrutaban. En el Madrid, el peso era diferente, había que demostrar lo que eran, había que mostrar la realeza de sus filas, la historia implacable, la certeza de su triunfo.

Antes de llegar a Lisboa, quién nos iba a decir que haríamos un gol, quién nos iba a decir que, a 2 minutos para terminar la final de la Champions de Lisboa, a Platini no le iba a llegar la corbata al cuello, al tito Floren no le iba a quedar corazón y al señor Ancelotti, siempre tan cauto, le iban a entrar las prisas. Cualquier Atlético habría firmado esa sonrisa que a todos se nos escapaba cada vez que pasaban diez minutos de partido, después del gol de Godín. Estábamos viendo algo increíble, indescriptible, algo que nos hacía soñar, algo que se podía palpar y disfrutar, estábamos viviendo, latiendo con nuestro club, con nuestros colores. Y eso era lo importante, a eso íbamos a Lisboa, o al Calderón, a vivir.

Cartel de la Final de la Champions en Lisboa
La prorroga, como diría al día siguiente Rubén Amón, fue otro partido, el Real Madrid lo ganó presentando armas, como los grandes imperios contra las pequeñas resistencias, ganaron siendo mejores. Pero es que lo eran desde mucho antes, viendo el plantel nadie imaginaría una derrota del Madrid salvo catástrofe o milagro, según se mire. Así concluyo la final, de una manera cruel, como cuando te despiertan de un sueño en el que estás apunto de conseguir algo genial, en el que estás disfrutando. Pero sino no nos ganaran así, no seriamos el Atleti. Llantos y quejidos aparte, sabe Dios que firmaría este desenlace en todo momento, porque que cojones, durante 92 minutos fuimos la hinchada más feliz del universo y eso a día de hoy es mucho.


Nos despedimos de Lisboa con la misma sensación que decía al principio, la de vivir el presente. Porque cuando uno se hace del Atleti, no lo hace por su pasado o su futuro, lo hace por su presente. Firma con este club la promesa de disfrutar cada partido, cada victoria, como si no hubiese otra, como si cada noche nos jugáramos la Champions.

La décima. De Madrid al cielo

El capitán Iker Casillas levantando la décima
Doce años, nada menos que doce años llevábamos esperando los aficionados del Real Madrid a que llegara este momento. Que nada es seguro en el fútbol es una realidad. Tiene sus ciclos, sus épocas, sus altibajos. Un equipo puede nadar en la miseria durante diez años y de repente coronarse como el mejor del mundo. Y al contrario. Puede pasarse años y años viéndose imbatido, creyéndose superior, sentando cátedra, ninguneando a sus rivales e incluso vendiendo la idea de que antes que ellos no había Historia, para acabar finalmente mordiendo el polvo viendo como otros ganan finales por su cara tele de plasma.

Ayer el Real Madrid levantó su Décima Copa de Europa. El gol de Sergio Ramos en el minuto 92 pasara a la historia, igual que lo hizo el de Zidane en la novena, o el de Mijatovich en la séptima Copa de Europa. Nadie en la historia del fútbol ha conseguido tantos títulos a nivel europeo; sólo el Real Madrid. Y sin embargo hasta hace apenas unos años nadábamos en la miseria futbolística. Millones de euros tirados en proyectos fallidos, bailes continuos de entrenadores, presidentes, jugado
res...para acabar mendigando en todas las competiciones, o protagonizando sonoros ridículos.

Hasta hoy. Hoy en cambio todo eso es papel mojado. Porque hoy el Real Madrid se ha coronado campeón de la Décima Copa de Europa; el primer club en la Historia en sumar dos dígitos en su palmarés  europeo. Y lo ha hecho sin decirle a los demás cómo deben jugar al fútbol, ni sentirse inventores de nada, sin filosofías baratas, sólo movidos por la fe en alcanzar la ansiada Décima. Después de esta final, el Madrid entra en el Olimpo futbolístico de los dioses. Los jugadores de la décima ya han hecho historia. En Lisboa alcanzaron el cielo.

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